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Manifiestos

Manifiesto de Excreción Social

Por una sociedad que deje de perfumar su propia podredumbre.

Somos el residuo que se niega a desaparecer.
El fragmento maloliente de una civilización que ya no distingue entre virtud y desodorante.
Nacimos cuando el pensamiento fue expulsado del discurso público,
cuando la ironía se volvió delito
y el silencio olía mejor que la verdad.

Nos llaman grotescos, porque hablamos desde el retrete de la civilización.
Pero no hay lugar más honesto que el fondo del desagüe:
allí todo cae sin máscara, sin perfume, sin ideología.
Allí, en el abismo del hedor, comienza la conciencia.

Somos los que no aceptan la limpieza hipócrita del mundo moderno.
Porque la corrección política no es pureza,
sino el maquillaje aromático del miedo.
Porque la moral del “bien pensante” no redime,
solo disfraza su propia miseria con palabras inclusivas y hashtags virtuosos.

Nos rebelamos contra el culto al “bien olor”,
esa religión civil que niega el sudor, la duda, la contradicción y la carne.
Preferimos el hedor sincero del error
al perfume artificial de la unanimidad.

El hombre moderno es coprófago:
come mentiras, defeca opiniones, y luego se las traga otra vez.
Vive entre slogans, estadísticas y consignas recicladas,
mientras su espíritu se marchita en la compostera del progreso.
Nosotros escribimos para recordarle que aún puede oler,
que su nariz no es pecado,
y que la peste del mundo no está afuera, sino dentro.

Excreción Social no es un medio: es una purga.
Una reacción natural de un cuerpo saturado de falsedad.
Nuestra misión no es limpiar, sino ventilar.
No buscamos agradar, sino revelar.
No pretendemos tener razón: queremos tener olfato.

Defendemos la libertad de pensar sin filtro,
de hablar sin pedir permiso,
de reírnos incluso cuando la tragedia apesta.
Porque la sátira es el último acto de higiene espiritual en tiempos de peste moral.

Nos oponemos a todo poder que exija silencio,
a toda ideología que pretenda oler bien.
Creemos en la palabra como bisturí,
en la risa como antídoto,
y en la filosofía como el único desinfectante posible.

No nos mueve el odio, sino la lucidez.
No odiamos el mundo: lo olfateamos con compasión.
Y en su hedor reconocemos lo humano, lo frágil, lo real.

Llamamos a los lúcidos, a los apestados, a los desodorados del alma:
que se unan a este retrete abierto al pensamiento libre.
Que traigan sus dudas, sus herejías, sus flatulencias morales.
Que nadie tema oler mal en nombre de la verdad.

Porque en el fondo —cuando todo se derrumba,
cuando el discurso huele a formol y la razón se pudre en trending topics—
solo queda el acto más humano posible:
reír, pensar y excretar.

Excreción Social
🧻 “La dieta favorita del poder.”

Más en: Deposición Oficial